evaristodebuenosaires

martes, 30 de junio de 2009


EL CHECHENO EN LA PIZZERÍA

Sinceramente no tenía ganas de escribir.Esto del blog es muy lindo si uno tiene tiempo. Me dije: para escribir boludeces mejor no escribir. Y así se pasaron las semanas. Lo que pasa es que me tiene preocupado el laburo; recién ahora conseguí una changa de bachero en La Continental de San Telmo. Todo bien: comida asegurada y un mango para pagarle a mi tía la pieza.Anoche-hoy tengo franco- pude volví a agarrar un libro. Nada de pensamiento profundo. El hombre más buscado de John Le Carré. Espionaje puro, cuatrocientas páginas, una muestra de como cambió el mundo después del 11 de setiembre de 2001,intriga, pasión, acción, psicología barata, un trago largo para leer sin mucho esfuerzo. Claro, los amantes del rubro dicen que es un obra sin precedentes. Yo no conozco mucho de estas historias. Isa es un checheno de 23 años que llega a Hamburgo para reclamar la herencia de su padre ruso que fue coronel del Ejército Rojo. La fortuna está depositada en el Banco Brue Freres que está en quiebra. Isa contrata a una abogada llamada Annabel Richter y ésta se encarga de hacer el trabajo.Hasta aquí una historia de serie televisiva, pero El hombre más buscado comienza a complicarse con ciertos personajes de los servicios secretos alemanes y británicos que le ponen al relato la salsa caliente para el plato del día. El libro se degenera porque Le Carré mete mano a dilemas morales que para estos casos no vienen a cuento. Me faltan 100 páginas y tengo ganas de dejarlo pero sería un pecado.No sé si vale de mucho todo esto que les conté. Puede que alguno se gaste los 50 mangos y me desafíe. Yo mientras tanto cargo pilas porque mañana vuelvo a la grande de muzzarella y a la chica de anchoas.

domingo, 19 de abril de 2009



ACERCÁNDOSE A PORTER

Mi amiga, la que sabe de libros, me entregó la semana pasada, los Cuentos Completos de Katherine Anne Porter, un libro de 714 páginas que incluye Ship of Creek, la única novela escrita por esta sureña norteamericana que nació en Texas, en 1890 y murió un tanto paranoica en 1980. El resto del volumen lo integran ensayos y una serie de cuentos en donde se nota la influencia de Katherine Mansfield y Flamery O'Connor. La muchacha tuvo una vida agitada, por no decir enquilombada. Se escapó de su hogar a los 16 años por una pelea con sus padres, se casó a los 18 y un año después se separó porque "no había sexo todos los días". A partir de ese momento se dedicó a vagabundear: estudió pintura en México, probó fortuna como actriz, se casó nuevamente y escribió lo que pudo. No le interesó ser un consagrada. Tampoco la dejarían serlo.

A medida que uno va leyendo a estos malditos norteamericanos y, en especial a las mujeres, se va dando cuenta que hay un estilo que los caracteriza, que los determina. Una especie de puente entre William Faulkner y John Dos Passos. A mí los relatos me dejaron el deseo de seguir leyendo más. Ese puede ser la picardía de esta autora. Dejarnos insatisfechos.

Les recomiendo encontrarse con Porter y después hablamos.

jueves, 19 de marzo de 2009


EL "TITO" REMOLACHA EN LA BIBLIOTECA NACIONAL

El 25 de marzo, a las 19, en la sala Raúl Cortazar de la Biblioteca Nacional, nos vamos a encontrar para saludar a los amigos y enemigos que quieran venir a tomar unos vinos con la excusa de lanzar en sociedad la revista EVARISTO CULTURAL. Yo invité a un par de vagos amigos que leen poesías en los cafés de San Telmo. Me confirmó su presencia el "Tito" Remolacha, quien para la ocasión le pidió el saco al "Tomate" Ríos. "Tito" es un escritor de la calle, amante de la poesía suicida y degenerada. Seguramente vendrá con su carpeta e intentará leer su poema "Desastre tiempo". Dice así:

Quemado/ Resistido olor a ginebra polaca/ Hambre de almas ebrias y de sudor vinagre /Quemado / Suicidio en el hospital Ramos Mejía/Una puta me pide un trago de veneno/Nadie espera en la esquina/Quemado/Hago tiempo para orinar el portón de la viuda Teresa/En abril no hay condena para los quemados.

Habrá gente inteligente. Los espero.

jueves, 5 de marzo de 2009



PERDIDOS Y EN SOLEDAD
La historia me sacudió. Cachetazo doble en el pómulo derecho. Debió ser porque tuve que abandonar el departamentito que alquilaba: ¡Me mataron cuando me dijeron 800 pesos! Sin pensarlo demasiado la llamé a mi tía Zulema y le dije: ¡Vieja, déjame el cuartito del fondo! Ahora me tengo que acostumbrar a Pompeya. Debe ser por eso que cuando agarré Lo que perdimos de Catherine O’Flynn sentí que estaba la puta soledad metida en mi cama. La trama de la novela parece pelotuda. Kate es una niña que sueña con ser detective en los años ochenta. Su padre murió y su madre la abandonó. Parece un melodrama venezolano. Se suma al llanto su relación con Teresa, una compañera inteligente, Adrián un dependiente de un quiosco y Mickey su mono amigo. Lo rico del relato es que la obra va cambiando y nos transporta al centro comercial Green Oaks, en Birmingham, donde circulan cientos de personas. Allí una noche el guardia capta a través de las cámaras la imagen de Kate Meaney, una niña solitaria desaparecida hace 20 años. Kate solía deambular por el centro mientras jugaba a ser detective e imaginaba oscuros secretos de clientes y trabajadores con la única compañía de su mono de peluche Mickey.
Esta novela es un canto a la amistad, nos lleva hasta la infancia y nos invita a la búsqueda de la felicidad. No es una novela para leerla, sino para sentirla.
Durante años fue rechazada por las editoriales hasta que un librero la publicó de compromiso. Ya se transformó en suceso en 25 países y llegó al pico más alto de venta en toda Europa. La edición en español pertenece a Seix Barral.
Les confieso que después de leerla la enfermedad de la soledad me dejó tirado en la cama acariciando mi cuaderno de tapa azul donde dibujaba los héroes de los comics de mi infancia. Ahora llueve y en el barrio de Pompeya todo me hace pensar que estoy en la Venecia del subdesarrollo.

lunes, 23 de febrero de 2009


EL SALVAJE DE LA POLINESIA
Hace unos años me curtía a una minita que estudiaba Bellas Artes en esa escuela que quedaba en la costanera. Era muy rayada y amorosamente perra. Un lujo para mi monoambiente de San Telmo. Yo no entendía nada de pintura pero ella insistía en hablarme de Gauguin. Parece que el flaco un día se cansó de laburar como comisionista de bolsa y al llegar a su casa le dijo a Mette, su esposa: ¡¡ Me voy!! Y se rajó a la Polinesia para pintar negras en bolas. Dicho así es para envidiarlo pero no todo fue una fiesta. Se la pasó tratando de que los críticos franceses lo entendieran y no había caso. La miseria y la soledad lo enfermaron y terminó con una pata con gangrena. Las morochas que posaron para él nunca entendieron que este putañero estaba huyendo de las costumbre burguesas y que sólo trataba de encontrar la verdad a través de la imagen. Hay una historia medio jodida con otro pintor. Se hablaba de un encuentro con Van Gogh que terminó en pelea. Pero eso es otra cosa. Bueno, resulta que en la librería de ricos, esa de la calle Santa Fe y Callao, vi un libro que me hizo acordar a la minita. Se llama Escritos de un salvaje y el título me gustó porque yo soy medio salvaje. Lo agarré - ahí no podés meterlo en la mochila porque te vigilan de todos lados- y me hice el que conocía. Me enteré que es una recopilación de dos libros breves: Noa Noa y Antes y después. Gauguin es buen escritor. Relata con ganas y tiene fuerza. Me quedé con una carta a su hija donde le dice que no sienta vergüenza por su padre. Que él va a ser un gran artista. Y no se equivocó. Genio, maestro, renovador, así dicen lo que saben.
Escritos de un salvaje tiene 274 páginas y es una biografía de esas que da gusto seguirla.

Ahora después de esto me quedé caliente con Violeta, la minita de Bellas Artes ¿recién me doy cuenta que era una pinturita?.

viernes, 13 de febrero de 2009


PIJAMA PARTY

Yo soy un tipo desorganizado. Cuando quieren llevarme al terreno de lo programado: huyo, me enojo, salpico.
Ayer los muchachos de la revista nos citaron a todos los redactores para charlar un poco sobre Evaristo. A propósito, ya está colgado el nuevo número. Palabra va, palabra viene, me preguntaron cómo estaba el blog. “No sé” respondí. ¡¡¡Cómo no sé !!!, me fulminó el director.¡¡¡ No sé, hermano…no sé!!!, le gatillé pero mal, muy mal. Lo cierto es que eso de apurarme no me gusta, soy como el erizo de mar, saco las púas para defenderme. Bueno, pero el tema es que me metí con un libro que bien puede ser “lectura para el verano”. El autor de la novela es de un joven irlandés llamado John Boyne y esta obra viene precedida de un éxito total en el país de origen. Después de traducirla a decenas de idiomas, un pícaro la pasó a versión cinematográfica. Se trata de El niño con el pijama de rayas. Me parece que no es tan buena como para declararla imperdible. Yo diría que tiene ingenuidad narrativa a pesar de pisar un tema tan jodido y doloroso como el holocausto. La historia se ofrece a través de la mirada de un niño de 9 años. Bruno es el hijo de un comandante nazi que es destinado a dirigir el campo de concentración de Auschwitz. El pendejo estaba muy bien en Berlín, en una casa estupenda, con amiguitos de la sociedad y ahora se va a encontrar con gente detrás de un alambrado vestida tanto los hombres como las mujeres con pijamas a rayas. Resulta que embolado se acerca hasta el alambrado y comienza a trabar amistad con otro niño vestido con el pijama a rayas. Acá es donde veo que esta novela gira hacia el camino de la literatura juvenil y adolescente. El autor trata de hacernos creer que Bruno no se da cuenta de nada, que es un ingenuo. No está mal, pero está mal. Todo sigue hasta que para tener mejor relación los niños deciden hacer un pozo y se intercambian los espacios. Bruno ahora es un niño judío en el campo de concentración y su amiguito judío un niño bien. Esto termina dolorosamente, como para que el nudo el la garganta no nos deje respirar. Esa travesura finaliza en trampa mortal.
El niño con el pijama de rayas tiene cierto rollo con La vida es bella de Roberto Benigni y con el Diario de Ana Frank. Se puede decir que si estás dispuesto a pinchar al corazón este libro es un buen cuchillo. De la película no puedo hablar porque no voy al cine y no tengo un mango para comprar CD truchos.

jueves, 29 de enero de 2009


LA RUTA COLOMBIANA
Como siempre -es mi destino - a mí me prestan o me regalan los libros. También recurro a la habilidad de mis manos para levantar alguna oferta en las librerías de viejos y hacerme el boludo. Hasta ahora solo tuve un inconveniente con un dependiente que se la daba de jefe ¿Alguna vez voy a tener un mango en el bolsillo para entrar en una librería y decir me llevo éste sin preguntar el precio? Bueno, disculpen mis miserias. Hablemos de otra cosa. Ahora me llegó Señales de Ruta, una antología del cuento colombiano seleccionada por Juan Pablo Plata (1982, Bogotá).Son diecisiete cuentos de autores jóvenes que aún no son muy conocidos en el mercado editorial. Enrique Vila-Matas le metió rueda a un comentario que ayuda mucho: Señales de Ruta reúne a un colectivo y dieciséis narradores colombianos dignos de los primeros años de un siglo y milenio, para que se unan al grupo de exploradores del abismo que se presenta en las letras hispanoamericanas.
Plata agregó por su parte : Maduros en su proceso vital y literario, los autores seleccionados parecen desleír las teorías sobre el cuento de los maestros del género narrativo—Poe, Quiroga, Cortázar, Anderson Imbert, etc—con el olvido de ensayos y decálogos que antes eran preceptivas y guías fijas, para ser hoy pequeñas sugerencias. La libertad en voces, tonos y referencias mass media o transculturales permiten cuentos con enriquecedoras menciones televisivas, cinéfilas y librescas, entre otras; cuentos infractores de las señas dadas por los maestros, por intimistas, por usar lenguajes de otras artes, diálogos rápidos y un humor negro en su mayoría, apto para lenitivo de lectores escapistas o bien para aterrizar a estos mismos y hacerlos volver a la realidad.
A mí me gustaron los trabajos de Carolina Alonso (1972)Gato traidor. Sebastián Pineda (1982) La decadencia de lo bacano. Javier Arturo Moreno (1977) Cricket y Johann Rodrigo-Bravo (1980-2006) Teoría de la muerte.
Lo publicó Arango Editores y si lo quieres lo vendo a mitad de precio.